En un principio tener altas capacidades intelectuales se podría considerar como un privilegio y no como una características personal que pueda suponer una discriminación frente a quien no la posea. Tras mi experiencia personal como madre de un adolescente y una adolescente que han sido identificados con altas capacidades, puedo decir que actualmente nuestra sociedad, aunque está en proceso de cambio, observa y percibe a estas personas como una minoría respecto a las que no se les presta la atención que necesitan ni se le ofrecen los recursos precisos para su debido desarrollo y para la satisfacción de sus demandas. Por el contrario, me he topado en muchas ocasiones con comentarios que dejan entrever pensamientos en base a los cuales se considera que las personas con altas capacidades "van sobradas" y por lo tanto no necesitan una atención especializada.
Tristemente la desatención sufrida por muchos de estos y estas estudiantes les conduce al fracaso escolar o al traslado forzado de expediente académico a otros centros educativos. Sin contar el tener que soportar y sufrir en público, delante del resto de compañeros y compañeras, comentarios despectivos del tipo: "¿tú qué eres el/la empollón/a de la clase?" que pueden llevar inconscientemente a etiquetar al o a la estudiante con altas capacidades condenando a ser mofa del resto de sus compañeros viéndose relegado al aislamiento y al rechazo por parte de los demás.
Las personas dotadas de altas capacidades intelectuales suelen presentar un alto nivel de sensibilidad, por lo que los episodios de humillación o rechazo son sobredimensionados, con el sufrimiento que ello conlleva.
Las minorías se observan, en la mayoría de las ocasiones por desconocimiento, con una actitud crítica. El desconocimiento que existe respecto a las altas capacidades en los centros docentes lleva a generar situaciones de discriminación al no identificar a estos estudiantes y por ende no ofertar, generalmente, adaptaciones curriculares para los y las estudiantes que presentan estas características intelectuales.
Trasladando la tipología ofrecida en el módulo 1 de este curso identifico en relación con las personas con altas capacidades tres de los distintos tipos de discriminación que se relacionan.
En primer lugar una discriminación directa que se manifiesta a través de los comentarios despectivos hacia estas personas cuando, por ejemplo, a consecuencia de su alto nivel académico obtienen altas calificaciones, siendo señalados por el hecho de destacar respecto de la gran mayoría, insinuando que no saben hacer otra cosa más que estudiar, considerándolo como algo peyorativo.
Se produce, igualmente, una discriminación indirecta a través de la falta de atención académica especializada. Nuestro sistema educativo se caracteriza por volcar sus recursos hacia aquellos que presentan deficiencias en el aprendizaje. Pero ¿qué ocurre respecto a aquellos estudiantes que por presentar altas capacidades requieren una adaptación en su enseñanza. Se trata de niños y niñas con alta demanda, que presentan una manera diferente de aprender, más compleja, pudiendo llegar al fracaso escolar derivado del aburrimiento al tener que escuchar una y otra vez una explicación que consideran innecesaria puesto que se caracterizan por poseer una capacidad de aprendizaje más eficiente. La falta mecanismos para identificar a estos estudiantes, y la no realización de las adaptaciones académicas necesarias ya sea mediante la profundización, la adaptación curricular o la aceleración de curso serían ejemplos de discriminación indirecta.
Por último, observo también una discriminación interiorizada. Los dotados de altas capacidades tienden, sobre todo en la etapa de la adolescencia, a no destacar respecto al resto. Tras sus experiencias negativas a consecuencia de su condición tienden a ocultar sus conocimientos o sus intereses para evitar ser señalados. Se ven obligados a forjarse una falsa apariencia o "identidad" en la creencia que será mejor aceptada que la verdadera. Tienden a rechazar todo aquello que les pueda asociar o vincular al colectivo al que realmente pertenecen. Cuando mi hija y mi hijo eran pequeños no presentaban ninguna resistencia en participar en actividades ofertadas por asociaciones de altas capacidades, pero llegada la adolescencia manifiestan rechazo a que se les relacione con este colectivo.
¿Por qué el hecho de ser diferente, inconscientemente, nos lleva a ocultar las diferencias que si las manifestáramos nos separaría del resto?
Actualmente la legislación que regula la atención académica para los/las estudiantes que presentan altas capacidades intelectuales se ha desarrollado a nivel autonómico. Por lo tanto nos encontramos que en función dónde el estudiante desarrolle sus estudios se le aplicará una u otra norma, con lo que nos encontramos con una tratamiento desigual según la ubicación geográfica. Tan solo encontramos, a nivel de ayudas económicas, una norma que es a nivel estatal, y en la que, por primera vez se ha concedido una ayuda de 400 € por curso escolar al estudiante que presente necesidades especiales al presentar altas capacidades intelectuales sin distinción de la capacidad económica de la familia. Se trata de una medida que ha comenzado a aplicarse en el curso 2023/2024 que no alcanza al desembolso económico que las familias con hijos/as con altas capacidades intelectuales tienen que realizar para atender la alta demanda que presentan estos niños/as puesto que es necesario completar su educación con actividades extraescolares.
Existe una acusada ausencia de medidas que podrían paliar la situación de discriminación en la que se encuentra este colectivo y que las asociaciones creadas para velar por los derechos de estas personas están, dentro de sus posibilidades, llevando a cabo. Las mismas pasan por las campañas de sensibilización en los centros educativos, por la organización de charlas informativas y formativas a cargo de especialistas destinadas tanto a las familias como a los docentes interesados, por la obtención de subvenciones para la realización de actividades que sean de interés de los niños y niñas con altas capacidades y que satisfagan sus necesidades. Y todo ello a nivel privado, pero a nivel público serían necesarias otro tipo de medidas como una mayor inversión temporal y económica en la formación de docentes, un aumento de personal para la atención de este colectivo no ya solo en el momento de la detección como en la intervención posterior que cubriría no solo la académica como la psicológica. Si realmente se lograra identificar el porcentaje de estudiantes con altas capacidades que se prevé existe, los recursos personales y materiales se podrían destinar a grupos más numerosos de alumnos con lo que se amortizarían mejor.
No puedo aportar bibliografía, no he necesitado más fuentes que mis propias experiencias. Podría buscar testimonios publicados en medios de comunicación en los que se relatan lo aquí contado pero no lo he visto necesario, al disponer de experiencias personales y ajenas muy cercanas a las que he tenido acceso a través de distintos canales de comunicación con personas que están en mi misma situación: luchando y batallando para dar visibilidad a la diversidad que presentan nuestros hijos y nuestras hijas con altas capacidades. Gracias a este curso he encontrado otra vía para ponerlo de manifiesto.
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